Mi propia y muy personal epifanía moral.
Las manos de mi Mami Gloria, 2013.
Desde muy pequeño crecí con la convicción inculcada por mis Padres del respeto a los demás, de ser siempre honesto y sobre todo cumplir las normas sociales (Aunque ellos no tuviesen idea de lo que significaba esto).
Esto se fue afianzando durante mi crecimiento, con un pensamiento férreo y totalmente convencido de la importancia que implica ser siempre honesto, hacer las cosas de forma correcta y llevar mi vida acorde a todo lo que aprendí de mis Padres terminé siendo un hombre que no vende, alquila o permite bajo ninguna circunstancia que le sean doblegadas sus derechos, creencias ni sus convicciones, y mucho menos sus ideales y principios.
He remachado en mi ser (por decisión propia) la idea de que sin importar las consecuencias, siempre es imperativo hacer lo correcto, aún cuando esto derive en situaciones causales de pérdidas personales, o la limitación de obtener un resultado esperado bajo un comportamiento moralmente comprometido con la ética de hacer lo que es correcto, y no lo que me parece correcto para mi beneficio personal.
Sin embargo anoche tuve una epifanía, se me abrió el Cielo y el Infierno al mismo tiempo, poniendo entre dicho todo lo que consideré como un hecho desde mi juventud.
Me dí cuenta que he estado viviendo una vida irreal y completamente apartada de la vida en sí misma, hace unos días escuché por asomo en la radio una frase de la ponencia del locutor, la cuál decía que los niños extrovertidos, respondones y malcriados, serán exitosos cuando adultos, mi primer pensamiento fue ¿Cómo puede decir eso?
Luego me realicé un auto análisis profundo y en el incluía todos mis logros, todos mis fracasos, todas mis metas, mis sueños y deseos, al componer esta maraña de pensamiento y comparar que hubiese sido si en vez de hacer tal cosa, hacía otra me di cuenta que pérdida de tiempo tuve en mi vida.
Regresando a lo de anoche; sucedió que estaba yo haciendo una fila con mis hijos para entrar a una actividad en busca de una oportunidad para el mayor, cuando dentro del desorden y el tumulto decidí acercarme a la entrada, vi como unos Padres con los que estuve conversando en la cola de esa enorme y desmotivadora fila, se acercaron al que la organizaba y de alguna manera lo convencieron para que los dejara pasar por una entrada alterna, al principio me uní al pequeño grupo intentando tal vez integrarme con ellos y acceder al recinto.
Como es usual en mi, irrestrictamente acaté la solicitud del acomodador "Sólo entrarán los primeros tres Padres que están acá delante" sin embargo vi como entraron ocho personas ante la mirada inválida del joven acomodador y su aceptación posterior, intenté colarme pero me detuvo el motivo que siempre me ha frenado de hacer cosas que para mi son violaciones a las normas a los principios.
Entonces me quedé allí solo (Como me ha sucedido infinidad de ocasiones), allí tuve mi epifanía, esa brillante luz que iluminó efímeramente mi convicción, y contra todo pronóstico di un salto hacia algo que nunca en mi vida recuerdo haber hecho, pedí permiso al seguridad que vigilaba la entrada para ir al baño (En realidad si necesitaba ir) y luego me colé hacia el área de las actividades, logrando mi propósito.
Así que ahora pienso; ¿Qué es lo que no haríamos por nuestros hijos?
¿Cuál es la moraleja de todo esto?
Muchas veces no es un pecado hacer caso omiso a lo que dicta el cúmulo social, miren atentamente y verán que el locutor tenía razón en su mayor parte, no logra el éxito quien cumple las normas, si no aquél que las doblega y las deforma a su beneficio, lo cual no siempre es malo si consideramos que hay que hacer lo necesario para lograr nuestras metas, y dicho esto también hay que considerar que romper algunas reglas establecidas son partes inherentes de las mismas. Pues siempre se espera que el ingenio humano de solución a las situaciones dadas.
Pero por supuesto que esto no es atribuible al delito en cualquiera de sus formas, ya que no siempre romper reglas no implica directamente situaciones delictivas, en casos como esos jamás daría mi aprobación, aún si se tratase de mis hijos.