Mi fuente de la Juventud. Una reacción tardía de la Vida.
¡Ayer descubrí la fuente de la juventud! Me encontré chapoteando y salpicando la alegría como un niño de 5 años en el Monzón de Verano, como un sediento lo haría en un Oasis en medio del desierto, como si nunca hubiese conocido el frescor de las aguas dulces cristalinas, de un río de montaña.
Ayer, después de muchos años pasados, re-descubrí el alisiente que era para mi ver mi reflejo en esa fuente como un espejo, ver las ondas cruzar de lado a lado en una sonrisa, un eterno brillo que ilumina mis días más negros, que alivia mi alma cuando la temperatura de mi propio Sol ardiente de Verano casi me ahoga.
Hoy supe por fin por qué nunca envejezco, me miro al espejo y veo al mismo niño que corría descalzo bajo la lluvia, siento los miedos de la inocencia, la despreocupación por vivir una vida ajena a la mía, la libertad de la ignorancia infundada, de las tareas impuestas.
Mañana, quiero seguir tomando de la misma fuente que por tanto tiempo me dió las fuerzas, que transformó en lo que soy, en lo que quiero ser, en lo que seguiré siendo siempre, alguien espontáneo, amante de lo simple y de lo realmente valioso de la vida, que si no la vida misma es.
¿Mañana? Sí, mañana seguiré urgando en las cavernosas entrañas de mi fuente de vida personal, la que por tanto tiempo me dió la alegría que todavía hoy conservo. Pero no quisiera esperar a mañana, quiero que ayer sea mi hoy siempre, como casset sinfin, como el símbolo de la eternidad, que retorna sobre sí mismo una y otra, y otra vez.
Al agacharme para saborear un sorbo de ese exquisito elixir de vida, tropiezo con una hermosa sonrisa en medio de una incontrolable alegría, agarróme de un riso de tu pelo para no perderme en la profundidad, de esas aguas como diamantes que al sumergirme no quiero salir nunca.
Siempre seguiré tomando el líquido que me hace jóven, el que me hace sentir lo que soy, lo que quiero ser, porque no hay nada tan puro en este mundo que un sentimiento inagotable, que se renueva como el Fenix, que crece como un gran árbol, que suelta sus hojas solo para parirlas más hermosas todavía.
Siempre, siempre, siempre y por toda la eternidad quiero seguir tomando de tu agua dulce, la que sació mi sed de tal forma que solo con el primer sorbo, fue suficiente para hacerme comprender que tus ojos son ese néctar delicioso de vida, sí, sus reflejos cristalinos son mi fuente de la eterna juventud.
Tu sonrisa leve y misteriosa la luz que me indica el camino hacia mi secreta fuente, tan mía, tan única, que desata en mi ese arrebatamiento que causa el egoísmo infantil de no querer compartirlo con nadie, ni contigo. Tus ojos son mi fuente de la eterna juventud, tu mirada el sorbo que alimenta mi sed.
Eternamente siguen llegando a mi alma el reflejo de las ondas cristalinas de la primera vez que hice contacto en tus aguas y que seguiran para siempre emitiendo las luces destallantes visibles solo para mi. Como un vidrio puro, con el color perfecto, tan trasparente que me deja ver la profundidad de tu alma.
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